La inteligencia artificial es una tecnología que nos ofrece muchas ventajas y oportunidades, pero también nos plantea algunos desafíos y dilemas. Uno de ellos es cómo está afectando a nuestra percepción de la belleza y de la identidad, y cómo está influyendo en nuestra forma de comunicarnos y de interactuar con los demás.
En pleno apogeo de la era digital, la popularización de los filtros faciales, las aplicaciones de edición de imágenes y los avatares del metaverso nos permiten modificar nuestro aspecto físico con un simple clic, y crear versiones mejoradas o alternativas de nosotros mismos. Estas herramientas pueden ser útiles y divertidas, pero también pueden tener consecuencias negativas si no las usamos con criterio y responsabilidad.
Según varios expertos en psicología, sociología y comunicación, el uso excesivo y compulsivo de estas tecnologías puede provocar una pérdida de autoestima, una distorsión de la realidad, una homogeneización de la belleza y una deshumanización de las relaciones. Algunas personas pueden llegar a sentirse insatisfechas con su imagen real, y a buscar parecerse a sus avatares o a sus influencers favoritos, recurriendo incluso a la cirugía estética para lograrlo. Estas personas han sido bautizadas como «cíborgs» o «humanoides», y representan un fenómeno preocupante que cuestiona los límites entre lo humano y lo artificial.
Ante esta situación, es necesario reflexionar sobre el valor de la belleza natural y la diversidad, y sobre la importancia de aceptarnos y querernos tal y como somos. También es necesario educar a las generaciones más jóvenes, que son las más expuestas y vulnerables a estas tecnologías, para que las usen de forma consciente y crítica, y para que no se dejen engañar por las apariencias. La inteligencia artificial puede ser una gran aliada, pero no debe sustituir ni condicionar nuestra esencia y nuestra personalidad.
La belleza es mucho más que un aspecto físico. Es una actitud, una expresión, una emoción. Es algo que se siente y se transmite, no algo que se fabrica o se manipula. La belleza está en la mirada, en la sonrisa, en el gesto. La belleza está en la autenticidad, en la originalidad, en la singularidad. La belleza está en ti, y no necesita filtros ni retoques.